"De lo que somos testigos, más bien, es que el Ejecutivo orienta sus esfuerzos a temas en función de cálculos personales o efectistas".
"De lo que somos testigos, más bien, es que el Ejecutivo orienta sus esfuerzos a temas en función de cálculos personales o efectistas".

La encuesta de Ipsos para Perú21 publicada ayer expresa con elocuencia numérica lo que estamos viendo y viviendo los peruanos. Los principales dramas del país y en general de todos los ciudadanos no están siendo atendidos por el Gobierno.

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El 93% de la ciudadanía señala que Dina Boluarte no está gobernando nada bien, es decir, que trabaja “de manera ineficiente”, como reza la encuesta. Los guarismos son macizos. El rechazo de la población por su presidenta es prácticamente generalizado. Boluarte y sus aliados en el Congreso continúan encadenando desatino tras desatino, fuera ya de episodios relojeros, que lo mismo esperan una explicación que continúa sin llegar.

De lo que somos testigos, más bien, es que el Ejecutivo orienta sus esfuerzos a temas en función de cálculos personales o efectistas. Qué otra cosa es, si no, hacerle guiños al Parlamento con leyes inconvenientes y demagógicas –pero populares– como el retiro de los fondos de las AFP o, peor aún, celebrar la reincorporación de profesores desaprobados en las pruebas de conocimientos y rendimiento en el magisterio.

Incluso apurar la sanción a un eficaz y valeroso coronel de la Policía como Harvey Colchado, que solo cumplió su labor en apoyo a la Fiscalía desde la Diviac, entra en ese tipo de maniobras. Mañoserías políticas para sacar el cuerpo del escenario central, donde se le reclama a la mandataria medidas claras para volver a poner al Perú en la ruta de la modernidad y el crecimiento.

Distracciones interesadas, las suyas, que buscan desviar el foco de atención sobre los problemas reales del país, esto es, la inseguridad ciudadana, las acciones concretas contra la corrupción y el nefasto binomio inflación + desempleo que sigue golpeando al peruano de a pie y de combi.

Y para ello, qué duda cabe, se requiere de una estratégica inteligencia policial, que los letrados probos del Ministerio Público puedan llevar a cabo sus investigaciones sin amenazas u hostigamientos, que el Gobierno inspire suficiente confianza para atraer a los inversionistas, nacionales y extranjeros.

Difícil, a estas alturas, esperar que la presidenta enmiende rumbos y afronte lo que la realidad actual del país le exige hace tiempo. Pero el tremendo rechazo ciudadano que está generando su gestión, debería hacerla reflexionar y, cuando menos, que los profesionales más capacitados de su gabinete le hagan la tarea en las materias que revisten mayor urgencia.

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