Seguimos viviendo en el populismo irresponsable del Congreso y pensaría que más que populismo es oportunismo puro y duro, porque el Congreso se ha convertido en un mercado persa donde se trafican leyes a diestra y siniestra, y se suman las acusaciones constitucionales exprés para sancionar a adversarios políticos o para ajustar cuentas.

No hay ningún parámetro para dimensionar las acciones y contrasentidos de las decisiones que toma el Parlamento actual, todo está contaminado en función de intereses de grupo y hasta con la sospecha de que actúan traficando sus votos, porque no se entiende el sinsentido de las leyes que favorecen economías ilegales si no hubiera algún interés pecuniario de por medio de los promotores de estos paquetes legislativos írritos.

Es paradójico el accionar sinuoso de los congresistas, que inclusive promueven leyes en contra de las funciones de interdicción que tiene la policía; como sucedió en el caso de la confiscación de la dinamita ilegal que se trafica en la llamada pequeña minería, que ya ha tenido una consecuencia directa en el atentado contra torres eléctricas que han sido dinamitadas por mineros ilegales para coaccionar a la minería formal en Pataz, la sierra de la región La Libertad; todo ante la vista y paciencia de las autoridades.

Pero recuerden que los legisladores no actúan solos, porque requieren del visto bueno del Ejecutivo para que se aprueben sus leyes inconstitucionales; y lo que hemos visto con frustración es que el gobierno de Dina Boluarte se ha convertido en una mera mesa de partes del Congreso que solo obedece sus órdenes. Ni siquiera se digna a observar las leyes de tal forma que haya una última reflexión del Parlamento, acá se van con todo, como sucedió con la ley que destruye la meritocracia al permitir el ingreso de docentes cesados a la Carrera Magisterial, los mismos que no han aprobado los exámenes dispuestos por el Minedu.

El flamante nuevo ministro Quero señaló escuetamente que necesitan contratar maestros, como si la profesión de maestro fuera la de obreros de una fábrica de producción en serie, cuando la educación requiere de un perfil técnico y moderno que interactúa y transmite conocimientos a los niños que, se supone, son el futuro del país. De qué sirven los cartones o laureles de un ministro que no se da cuenta de que en Educación primero está el interés del niño y que se requiere idoneidad para ejercer la docencia, una desgracia para el futuro del país.

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