La crisis de valores que vive el país —con todos los escándalos de corrupción que involucran al Congreso, el Ejecutivo y hasta parte del sistema de justicia— debe llevarnos a la ciudadanía a organizarnos en una gran cruzada nacional, para recuperar nuestra patria de las fauces de la corrupción que ha escalado a niveles sin precedentes.

Por más que se afirme que hemos vivido otros episodios de decadencia y corrupción en nuestra historia republicana, este en especial tiene ribetes de caos y emergencia ciudadana que requiere la atención especial de los ciudadanos de bien y de los políticos que quedan, porque se tiene la obligación de autoconvocarse para hacer frente a tanta ignominia y abuso de poder, sin importar el color político.

Son momentos aciagos que estamos viviendo, pero en este problema percibo que hay una oportunidad para hacer un frente ciudadano que convoque a ciudadanos y líderes de diferentes facciones políticas, para plantearle una salida a toda esta crisis. No es posible que sigamos aletargados ante tanta deslealtad de la clase política que nos gobierna, porque parecería que queremos dejarles la cancha libre a los sinvergüenzas y corruptos, para que sigan haciendo feria con las tropelías en desmedro de todos los peruanos.

Esta reflexión surge ante la pregunta que se repite en estos días: ¿Cuál es la salida a este desmadre del Gobierno y el Congreso? Porque se percibe que pase lo que pase hay como una especie de conformismo y resignación en el ambiente, que no activa ni siquiera las movilizaciones ciudadanas, que por mucho menos movilizaba a miles de personas en las calles. Si no, recordemos en los últimos años las marchas por la ley pulpín, la pretensión de remover a los fiscales Vela y Pérez, o cuando vacaron a Martín Vizcarra en plena pandemia y la movilización se tumbó el gobierno de Merino de Lama.

Hoy la situación que estamos viviendo es surrealista, porque ya no importan las mentiras de la presidenta o que el Congreso apruebe leyes para favorecer economías ilegales. Como sucedió la semana pasada, con las facilidades que van a dar para que adquieran dinamita, que por cierto, esta misma semana sirvió para detonar torres eléctricas que afectan a mineros formales en Pataz, mostrando que el Congreso aprueba leyes y trabaja en pared con la delincuencia infiltrada en la minería ilegal.

Está en nuestras manos organizarnos y enfrentar a estas mafias que han copado el poder.

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